La mort d’Armand de Fluvià, pioner lluitador per l’alliberament gai, entre moltes altres coses, em va remetre a les entrevistes realitzades amb ell, tant pel documental El Fil Rosa com a l’Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, com a les hores passades a l’Arxiu Nacional de Catalunya indagant entre tots els documents que va vetllar per preservar.
La última vez que tuve la oportunidad de entrevistar a Armand de Fluvià, el año pasado, su memoria ya era frágil. Sin embargo, seguía recitando como una epopeya los grandes hitos del movimiento por la liberación homosexual. En la conversación grabada para el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, lamentaba no acordarse de cosas. “Ya me falla la memoria, la suerte es que tengo un diario que va desde las primeras cosas que sé desde que nací, por lo que me contaron, hasta hoy, que lo continúo”. Los estaba digitalizando, y quedarán depositados, con todo su archivo y su biblioteca en el Archivo Nacional de Catalunya. “Cumpliré 92 años, y tengo que ir preparando estas cosas, porque si no, después los que vivan harán lo que les dé la gana, aunque sé que mi esposo se cuidará de esto”.
Consultar el fondo del movimiento gay depositado por Armand en el archivo es una experiencia emocionante. La carta enviada a los obispos en 1970, el primer boletín de AGHOIS de 1972, las actas de las reuniones del FAGC, publicaciones de temática homosexual de todo el mundo… “A mí no me gusta destruir, me gusta conservar, y gracias a conservar estas cosas podemos escribir la historia”, reivindicaba. Su preocupación por esa historia no se limitaba a su archivo personal y los de las organizaciones en qué participó. Hace pocas semanas, descubrí que cuando falleció Patricio Peñalver, activista gay y vecinal del barrio de Ca n’Oriach de Sabadell, Armand se encargó de recuperar sus papeles para depositarlos también en el archivo. Se empeñó en qué tuviéramos un fondo completísimo para que nadie pueda negar nuestra historia.